3 de julio de 2015

EJERCICIOS EN CLASE_OBJETOS

Otro ejercicio de clase de los que a mí me gustaban, las REDACCIONES.
Me inventaba historias irreales, las escribía como si me estuvieran ocurriendo, y creaba un sueño a mi alrededor.... Por eso estos ejercicios me gustaban tanto, era YO.

Jueves, 2 diciembre de 1974

En todas las casas existe un mueble, un objeto, una foto de familia, que con los años ha ido tomando carácter y que está vinculado sentimentalmente a la vida de la familia. Intenta describirlo o hablar de él, de modo que el lector pueda sentirse tan bien como una cosa viva, con personalidad.

"Desde hace varios años, en mi casa pasaba algo extraño. Mi madre guardaba en su armario una caja azul, herméticamente cerrada. Nunca había sacado la caja delante de nosotras y cuando le preguntábamos por ella, se ponía triste y callaba. Cuando mi madre salía, mi hermana y yo intentábamos abrir la caja y saber qué misterio guardaba en ella. Pero nos era imposible, ya que nos costaba tanto trabajo que lo dejábamos por imposible.
Mis padres sostenían largas charlas y a veces disputas cuando hablaban de una misteriosa tela. Al menos eso nos parecía a nosotras, ya que cuando entrábamos, ellos se callaban y cambiaban de tema.
Pero un día llegó una inesperada visita. Era una señora alta, gruesa y los hombros muy anchos, llevaba un paraguas que parecía una jirafa.
A nosotras nos extrañó ver a aquella señora, ya que nunca la habíamos visto y jamás se habló de ella. Sin embargo, al verla, reaccionaron de una manera extraña, como si la conocieran y no les agradara su visita.
Pasaron al salón y comenzaron a charlar. Yo, un poco sobrecogida, abrí la puerta para entrar el café y al hacerlo la señora me miró y se calló. Mi madre tenía una cara de pena, como si algo malo ocurriera.
De pronto oímos que las voces aumentaban y por fin se abrió la puerta. Y algo nos asombró: mi madre, con voz irritada, echaba a esa señora de nuestra casa. 
Mi hermana y yo nos miramos estupefactas y mi madre sonriendo nos pasó a su dormitorio. Abrió el armario y sacó la caja azul. Yo me puse contenta, pero pronto reaccioné al ver que mi hermana me miraba muy seria.
La caja era redonda, muy brillante, y con bellos adornos a su alrededor.
Mi madre, sacando una pequeña llave, se dispuso a abrirla. Bastante trabajo le costó ya que estaba muy dura.
Al fin y con gran alivio por su parte, logró abrirla.
Al contemplar lo que había en la caja, me quedé asombrada. Era un lindo pañuelo de seda, bordado y con unos hermosos encajes confeccionados lo más delicado posible.
MI madre nos contó que se lo regaló una tia suya. Nos dijo que tenía cuatro años más que ella y que la quería mucho, pero por desgracia murió cuando sólo contaba con 16 años.
Yo le pregunté por qué de su misterio y entonces nos dijo:
Antes de morir mi tía, me compró este pañuelo, con los pocos ahorros que tenía. Me lo dió para mi cumpleaños. ella tenía una hermana que le llevaba diez años; era orgullosa y vanidosa y no me quería. Al ver que su hermana me regaló esto, me tomó manía.
Al morir mi tía, su hermana me dijo que algún día me las haría pagar.
Desde hace tiempo intenta quitarme el pañuelo, con las mayores atrocidades.
Hoy le he dicho en su cara lo que es y le he insinuado que como nos molestara más, llamaría a la policía.
- ¿Y se lo ha creído? - preguntó un poco curiosa mi hermana.
- Claro que sí,  -contestó mi madre cariñosamente- se ha ido y no creo que nos moleste más.

Desde aquel día la caja azul está abierta y todos le tenemos un gran cariño al pañuelo y un recuerdo entrañable.
Nunca más se habló de aquella señora y sus palabras y amenazas no dejaron huella en nuestra familia, muy al contrario, borraron todos los malos recuerdos que guardábamos.
Ahora, la familia está más unida, y al hallazgo de la caja, una larga historia comienza de nuevo.


Al tiempo, cuando leo esto que escribí con tan solo 12 años, no me queda otra que sonreir.



1 comentario:

joseAntonio Bejarano dijo...

De lo poco que sé de escribir se lo debo a las famosas redacciones. Gracias a las redacciones de mi juventud escolar es lo que mejor se me da: escribir y decir en un folio lo que otros necesitan quinientos.